lunes, 10 de marzo de 2008

Editorial

Este venturoso inicio del año 2008 surge en medio de nuevos retos y pruebas a la Revolución Bolivariana. Ha sido llamado el año del «reimpulso revolucionario» por el comandante Chávez, después de anunciar el esquema de las 3R «al revés», haciendo honor al fundador de la Causa R, Alfredo Maneiro.

Es importante que no perdamos de vista la importancia del esquema de las 3R «al revés». Por primera «R» tenemos la «Revisión», que debe llamarnos a revisar «todo» con un profundo sentido crítico y auto-crítico en los diferentes espacios de vida política, desde el poder constituido, en sus estructuras gubernamentales, planes, proyectos y las misiones bolivarianas, hasta las organizaciones sociales de base, como los círculos de estudio y trabajo, los diversos comités, movimientos estudiantiles, de mujeres, sindicatos, las asambleas de batallones socialistas, consejos comunales, entre otras.

Este proceso reflexivo de la «Revisión» debe ser llenado de las más altas cuotas de sinceridad, valentía y voluntad por la Revolución Bolivariana, desechando cualquier tipo de mezquindad, y generar las soluciones que llevarán a la segunda etapa propuesta por el comandante Chávez en este esquema de las 3R, llamada «Rectificación». La rectificación tiene que ser llevada con paso firme, entendiendo la naturaleza de la dialéctica de las cosas.

Y por último, tenemos la fase del «Reimpulso» revolucionario, que nos puede llevar al camino de retomar todos aquellos cambios que tratamos de impulsar a través de la Reforma Constitucional y que no se pudieron concretar, a la par de dar un nuevo salto cualitativo que nos lleve a seguir avanzando en la construcción de la Patria Socialista.

Es importante tener en cuenta que si no hacemos una gran reflexión colectiva sobre muchos de los errores que se han cometido, en base al materialismo histórico, entendiendo que somos producto de la sociedad capitalista y arrastramos parte de sus vicios y costumbres, no podremos dar un «Reimpulso» revolucionario. Por eso, nos sumamos al llamado del comandante Chávez del esquema de las 3R y convocamos a tod@s l@s revolucionari@s a no tener miedo a la crítica y la autocrítica, a llevar con el mayor entusiasmo ese examen y auto-revisión profunda.

Por otro lado, dentro de este escenario de las 3R debemos prestarle suma atención al Partido de la Revolución que convocara el comandante Chávez en el año 2007, donde se desarrollaron numerosas Asambleas de Batallones Socialistas con la participación de miles de compañer@s revolucionari@s. El 12 de enero se instaló el Congreso Fundacional del Partido en gestación, lo cual debe poner en asamblea permanente a los Batallones Socialistas, para discutir los principios, estatutos, estructura, entre otros elementos; para que l@s delegad@s sean portavoces de las conclusiones de cada Asamblea; para poner en práctica el modelo de pirámide invertida, donde la militancia toma las decisiones, dando el ejemplo, siendo el Partido Revolucionario más democrático de la historia de la humanidad. Aunado a ello, debemos conformar sólidamente el Polo Patriótico, que congregará las fuerzas combativas de cara a las elecciones regionales y a las revocatorias asambleístas de darse el caso, y se convertirá en instrumento político para la construcción revolucionaria cotidiana y permanente.

Debemos aplicar el esquema de las 3R dentro de las Asambleas de Batallones Socialistas y revisar nuestra actuación, nuestros niveles de organización popular, si hemos cumplido con las metas planteadas, para rectificar en lo que haya que rectificar y dar el reimpulso revolucionario. Sin duda, el inicio del Congreso Fundacional nos beneficiará en ese camino.

Además, dentro de los retos que tiene planteado el naciente Partido de la Revolución, está afrontar el proceso electoral este año 2008, el cual exige que actuemos con mucha agilidad para la inscripción de l@s candidat@s a alcaldes(as), gobernador@s y para que su selección sea determinada por las bases. Es necesario escoger a las personas que gocen del mayor liderazgo popular, que gocen de las mayores características revolucionarias, que no se caractericen por la holgazanería o charlatanería, sino que hayan mostrado en su militancia abnegación por la lucha de las causas populares y la convicción, hoy más que nunca, de darle más poder al pueblo organizado.

Se deben concretar los siete lineamientos estratégicos del Proyecto Nacional Simón Bolívar de Desarrollo Económico y Social de la Nación, a saber, la nueva ética socialista, la suprema felicidad social, la democracia protagónica, el modelo productivo socialista, la nueva geopolítica nacional e internacional y la exaltación energética.

Para finalizar, exhortamos a la militancia de izquierda, a quienes tiemblan de indignación ante la injusticia, a quienes creen en el hombre nuevo y la mujer nueva, al revolucionario y la revolucionaria, a consolidar el partido, a mantenerse en constante y eterna formación ideológica, a elevar al máximo su nivel de conciencia, a colmarse de mística revolucionaria, a estar a la altura del pueblo, a jamás reducir la velocidad de marcha sino, por el contrario, acelerar para ponerse a ritmo junto al pueblo, para profundizar el socialismo y jamás rendirse.

Patria, comunismo o muerte.

Consejos Estudiantiles del Poder Popular y Reforma Constitucional

Osly Hernández


Luego de una ardua discusión que abarcó casi tres meses, estado por estado, hoy l@s estudiantes de nuestro país contamos con una posición nacional sobre temas fundamentales para avanzar como cuerpo en lo referido al tema educativo y nuestra organización como sector social.

El debate sobre el modelo educativo que tenemos y el que necesitamos, dio como resultado el llamado a una Constituyente educativa, donde todos los sectores vinculados a la educación (léase Misiones, Escuelas, Liceos, Universidades y hasta encargados de educación de los Consejos Comunales y madres y padres de familia) iniciaremos un proceso de encuentro para construir las leyes que rijan el accionar educativo. Éstas son: Ley Orgánica de Educación, Ley de Educación Superior y reglamentos internos de las instituciones.

Del mismo modo, la discusión sobre las formas de organización estudiantil vigentes y los Consejos Estudiantiles del Poder Popular, así como del período de transición entre una cosa y otra, ha arrojado algunas conclusiones interesantes que sirven como guía para los sectores estudiantiles en el ámbito nacional. Dichas conclusiones van de la mano de una lectura a fondo de los lineamientos propuestos en la Reforma Constitucional, en materia de Poder Popular y de Consejos Estudiantiles y éstos son los que presentamos a continuación.

¿Qué es y cómo sería un Consejo Estudiantil del Poder Popular?
Cuando nos preguntamos qué es un Consejo Estudiantil del Poder Popular, se inició un debate sobre fines, principios y otros elementos que llevaba a un sinfín de contradicciones producto de nuestro origen capitalista y de lo acostumbrad@s que estamos a las formas tradicionales de organización.

Sin embargo, luego de elevada la propuesta de la Reforma Constitucional, el panorama se vio esclarecido un poco, pues en el Artículo 70 de dicho texto que reza: «Son medios de participación y protagonismo del pueblo, en ejercicio directo de su soberanía y para la construcción del socialismo: (…) la Asamblea de Ciudadanos y Ciudadanas, siendo las decisiones de ésta (…) de carácter vinculante, los Consejos del Poder Popular», encontramos el primer aporte, del cual podemos concluir que:

Los Consejos Estudiantiles del Poder Popular son medios de participación y protagonismo de las y los estudiantes, en ejercicio directo de su soberanía y para la construcción del socialismo.

De esta orientación podemos extraer dos objetivos: primero, que como su nombre bien lo señala, los Consejos Estudiantiles son, ante todo, una herramienta al servicio del Poder Popular. Por ser esta su finalidad, el Consejo debe tener como objetivo de lucha primario el generar condiciones para avanzar en la consolidación del modelo de sociedad que estamos impulsando desde Venezuela: el socialismo, el cual tiene como principio «todo el poder para el pueblo organizado».

En segundo lugar, por ser una organización también de carácter sectorial –pues sólo agrupa a estudiantes- tiene la responsabilidad de velar por las reivindicaciones específicas que se desprendan de nuestro sector social, sin perder de vista que la reivindicación estudiantil debe estar ahora conectada con las demás reivindicaciones del pueblo explotado. Es decir, no más servicios exclusivamente para los estudiantes, sino para toda la comunidad en donde se desenvuelve el centro educativo, lo que lleva al Consejo a estar en permanente conexión con su entorno para determinar el fin colectivo de los proyectos. De la Asamblea de Ciudadanas y Ciudadanos referiré más adelante.

Ahora bien, el segundo aporte hecho desde la Reforma está contemplado en el Artículo 136, del cual se extraen para nuestros fines lo siguiente:

1. El poder público se distribuye territorialmente de la forma siguiente: el Poder Popular, el Poder Municipal, el Poder Estadal y el Poder Nacional.

De aquí podemos entonces extraer que los Consejos Estudiantiles, por pertenecer al Poder Popular, forman parte del poder público, el cual se distribuye territorialmente en respuesta (agrego yo) al proyecto de la nueva geometría del poder.

En consecuencia, los Consejos Estudiantiles no deben responder necesariamente a la lógica institucional –es decir, a vocerías por salón, escuela/PFG, facultad e institución-, sino a la necesidad territorial de organización del sector estudiantil.

Esto se materializa en la posibilidad de que:
- En las Universidades tradicionales: varias escuelas que se encuentren cercanas, que convivan permanentemente, sin importar la Facultad a la que pertenezcan, pueden formar un Consejo Estudiantil.

- En las Aldeas Universitarias: varias aldeas pequeñas, que se encuentren cercanas territorialmente, pueden formar un Consejo Estudiantil.

- En los liceos: cada liceo puede formar un Consejo Estudiantil, siempre y cuando tenga un mínimo de estudiantes necesarios para activar la Asamblea de ciudadanas y ciudadanos. En caso contrario deberá agruparse igualmente a otros liceos aledaños territorialmente.

2. El pueblo es el depositario de la soberanía y la ejerce directamente a través del Poder Popular. Éste no nace del sufragio ni de elección alguna, sino que nace de la condición de los grupos humanos organizados como base de la población.

En este apartado encontramos que la estructura del Consejo Estudiantil del Poder Popular no nace del sufragio ni de elección alguna. En consecuencia, es un acto de participación voluntaria, como único mecanismo para generar la llamada democracia participativa y protagónica. Es decir, que las comisiones que se desprendan del diagnóstico participativo realizado en las Asambleas de ciudadanas y ciudadanos, serán conformadas por quienes de modo voluntario manifiesten querer aportar en esa tarea concreta.

3. El Poder Popular se expresa constituyendo las comunidades, las comunas y el autogobierno de las ciudades, a través de los Consejos Comunales, los Consejos Obreros, los Consejos Campesinos, los Consejos Estudiantiles y los demás que señale la ley.

Este último párrafo el artículo es el que termina por dar coherencia a todo lo planteado anteriormente.

Según el Art. 70 de la Reforma, la máxima instancia de toma de decisiones de cualquier Consejo es la Asamblea de Ciudadanas y Ciudadanos, la cual sólo es posible en una comunidad definida. En consecuencia, el primer paso para la conformación de cualquier Consejo que desee tener carácter vinculante (y en consecuencia ser autogobierno) es determinar, territorialmente, cuál es la COMUNIDAD a la cual se deberá su gestión.

Definida la comunidad, se pasaría pues a llamar a la Asamblea de ciudadanas y ciudadanos, de la cual se desprenderá el diagnóstico participativo que definirá las comisiones de trabajo que, como establecimos anteriormente, serán conformadas por quienes, de modo voluntario, deseen integrarlas.

En conclusión, la nueva forma de organización estudiantil, que nace al calor de este proceso revolucionario como instrumento para profundizar el proyecto socialista, tiene como finalidad romper con la lógica institucional que nos ha causado tanta división como movimiento y nuestro aislamiento de la realidad social, esa de la que seremos parte por toda la vida que nos queda luego de egresar de cualquier centro de estudio.

La necesaria vinculación del estudio y el trabajo surge precisamente de esta reflexión, pues la educación es sólo la fase preparatoria para el ejercicio de un rol laboral en la sociedad, pero qué poca conexión tenemos entre el desempeño laboral y la fase educativa.

Esperamos estos aportes sigan contribuyendo en el debate profundo y necesario que debemos avanzar. Las letras hoy escritas no son más que reflexiones para avanzar en una discusión que, como sector social, nos debemos. Espero que tod@s participemos en él, «sin discriminación de género, edad, etnia, orientación política y religiosa o condición social», tal y como plantea el preámbulo de nuestra Constitución de la República, hoy Bolivariana, de Venezuela.

2D: nueva prueba de fuego

Yasmín Chaurán


Luego de los resultados electorales del 2 de diciembre de 2007, transcurrido este último mes del año e iniciado el 2008, nos encontramos con un escenario político interesante para el análisis, el debate fraterno y la construcción teórico-práctica.

Sufrimos un revés electoral que ha permitido evaluar, revisar, repensar, en fin, redefinir el rumbo. Al menos esto ha ocurrido en el seno del pueblo que ha asumido la propuesta revolucionaria como su única alternativa para lograr una sociedad de justicia e igualdad social. Sin embargo, no sabemos si lo propio está ocurriendo en el seno del gobierno nacional, pues una vez más nos enfrentamos con un cambio, o más bien traslado de ministras y ministros, de un cargo a otro.

Lo ocurrido en Diciembre, a propósito del referendo consultivo, no fue cualquier cosa, y sobre los resultados se han generado los más diversos análisis y conclusiones, cuya orientación se adapta a los intereses de clase de quienes las emiten.

En nuestra condición de clase trabajadora, explotada, luchadora y revolucionaria, el análisis se dirige a la consideración de las condiciones subjetivas y objetivas presentes en el contexto del desarrollo del mencionado referendo.

En primer lugar, se ha mantenido la dicotomía subestimación-sobreestimación del pueblo, esto ha creado las condiciones para que desde las altas esferas del poder político se utilice al pueblo de acuerdo a sus intereses de turno, es decir, el pueblo no está preparado para gobernar y administrar, pero sí está preparado para votar y aprobar lo que el gobierno sabiamente propone, aún sin mucho debate. El pueblo es sabio para darse cuenta que el imperialismo es enemigo de nuestra revolución, pero a la vez no se da cuenta que tenemos un aparato gubernamental burocratizado, ineficiente y corrupto, que en nada favorece el desarrollo y avance de la revolución. El pueblo es bueno para denunciar a la derecha fascista, pero debe aguantar «disciplinadamente» el veto que se le impone en los canales de TV del Estado cuando trata de hacer la crítica interna. Esta situación, evidente por demás, contradice la participación protagónica real del pueblo en la toma de decisiones y en la generación de propuestas alternativas a las que se puedan impulsar desde el aparato central del Estado.

El no contar con un espacio permanente para la crítica y la autocrítica crea desesperanza en el pueblo trabajador, quien entonces se escuda en la no participación, en ver y asimilar los antivalores y mentiras transmitidas por las televisoras privadas. Esta situación favorece la manipulación mediática, que con verdades y mentiras a medias, termina dando la estocada final para confundir y engañar a buena parte de nuestro pueblo que no ve respuestas a sus problemas concretos por parte de la burocracia estatal.

El resultado del 2-D no fue una casualidad, no fue producto del azar, pero tampoco significa que no tengamos condiciones subjetivas para seguir avanzando, todo lo contrario, desde el propio 3-D se ha producido un debate nacional generalizado, que a pesar de la sorpresa expresada en las caras más visibles de la oposición venezolana, quienes obviamente no se esperaban ese resultado pues su agenda era otra, han mostrado al país y sobre todo a quienes nos reivindicamos socialistas, que esta revolución no es infalible y que paradójicamente no siempre obteniendo victorias electorales se gana.

La batalla electoral es sólo una de las vías, pero no la única, eso hay que reafirmarlo y comprenderlo en su justa medida. Esto implica que nuestra lucha en el campo social continúa intacta, ahora con más fuerza, pues quedó demostrado que aún falta mucho por hacer y que no podemos esperar que el gobierno sea el único que proponga e impulse proyectos y programas, pues son los pueblos del mundo los que impulsan y desarrollan sus revoluciones. El gobierno nacional debe ser sólo un apoyo, pero no podemos delegar nuestras responsabilidades a un poder establecido, pues entonces ocurren cosas como las ocurridas con la propaganda electoral secuestrada por unos comandos regionales y locales, dirigidos por infiltrados de la derecha venezolana.

Por otro lado, no podemos subestimar la distorsión sufrida por el movimiento sindical venezolano, pues no por casualidad los que funcionan como claustros elitescos en nuestras empresas y fábricas, en muchos casos dirigidos por la derecha, llamaron abiertamente a abstenerse o a votar por el NO. Si bien esa posición no representa los intereses de nuestra clase trabajadora y sólo es la expresión de una minoría desclasada, no deja de llamar la atención pues hay que reconocer que ante nuestro exceso de confianza, nos han robado un espacio importante de lucha, el cual hoy utilizan para poner en jaque a nuestras empresas con reclamos únicamente reivindicativos y economicistas que sólo buscan beneficios personales y grupales, al margen del resto de la sociedad a la cual se deben, pues a ella pertenecen las empresas y fábricas del Estado.
Como conclusión nos queda la necesidad de profundizar nuestro trabajo social, político e ideológico, construir espacios para que nuestra voz se oiga, apoyar los esfuerzos organizativos y políticos que están realizando grupos y colectivos dentro de las comunidades y sectores sociales, crear redes efectivas de información, comunicación y construcción de propuestas y proyectos desde los espacios sobre los cuales tengamos algún nivel de incidencia o acción. Esto nos debe facilitar la concreción de tribunas permanentes y efectivas para la crítica oportuna tanto dentro de nuestras comunidades como ante el Gobierno Nacional, Regional y Municipal.

Seguir obedeciendo sin conocimiento de causa, así como seguir lineamientos de supuestos liderazgos impuestos dentro y fuera del Partido en construcción, es contradictorio con la profundización de la Revolución. Esa práctica es contraria a nuestros intereses de clase y en consecuencia es una enemiga a vencer. El logro de nuestra real participación protagónica es una necesidad imperiosa para acumular fuerzas y consolidar las condiciones subjetivas para avanzar hacia el Socialismo, he ahí un reto por delante.

La lucha por la paz

Periódico alternativo De Pana


Cuando a principios de la década de los ochenta -del siglo recién pasado- el fundador y Comandante General del Movimiento 19 de Abril (M-19), Jaime Báteman Cayón, afirmó que quien levantara la bandera de la paz ganaría la confrontación histórica que se desarrolla en Colombia, desató una gran polémica nacional. La izquierda más ortodoxa –por no decir cavernaria- calificó la aseveración como «socialdemócrata» o –al menos- «reformista» y la rancia oligarquía la desestimó por considerar que en el país no se daba un conflicto y que, frente a las «alteraciones del orden público», la paz estaba garantizada por la ley.

A la postre, los acontecimientos históricos han otorgado la razón al carismático líder insurgente ya desaparecido. Todos los factores de poder neogranadinos se esfuerzan por dejar clara ante la opinión pública su vocación pacifista y su talante democrático.

Ello se evidencia en los encuentros -y desencuentros- del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el gobierno de Uribe; en el reciente episodio de la, por ahora, frustrada liberación de políticos retenidos por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y hasta en la farsa de la «negociación y desmovilización» de ese mismo gobierno con sus propias bandas paramilitares.

La convicción de Báteman surgía de su propia experiencia combatiente, así como del estudio de las experiencias liberadoras en nuestro continente (fundamentalmente en Bolívar), y se apoyaba en los teóricos clásicos de la guerra y la política, desde el chino Sun Tzú, pasando por Maquiavelo (que de «maquiavélico» –en el sentido peyorativo- no tiene nada) hasta el austriaco Clauzewitz y su conocida frase de «la guerra es la continuación de la política, por otros medios».

Para la sociedad colombiana, fracturada, desgarrada y/o dividida, según el análisis o la posición política de cada quien, inmersa en una compleja situación de violencia social generalizada, de pacificación (por supuesto, impuesta) en algunas regiones, de confrontación político-militar en otras, en el marco de una apertura económica creciente que afecta a l@s más pobres, pero también –¡paradójicamente!- a las capas medias, que son buena parte de la base social del uribismo, bombardeada cotidianamente por las grandes empresas de información y bajo una constante presión-tutela del imperialismo estadounidense, no es claro quién atiza la confrontación y quién plantea alternativas de paz.

Si se tiene en cuenta que Colombia hace años dejó de ser un país rural, que el conflicto social y armado se expresa militarmente, de manera fundamental, en las áreas rurales, y que aún es débil la inserción de la insurgencia actual en las ciudades medias y grandes, se puede comprender por qué para una parte importante de la población, la percepción del conflicto está mediada por un lente estrecho –claramente reaccionario- y la solución política del mismo, en tanto no los afecta directamente, no es prioritaria. Para esa franja, nada despreciable, la propuesta de Uribe de pacificar el país –sin importar los costos y los medios- es atractiva, pero su atención está en la sobrevivencia diaria, en mantener los precarios niveles de «bienestar» y en pagar puntualmente las deudas a los bancos por el apartamento o el carrito.

Al mantenimiento de esa situación contribuye la debilidad comunicativa de los sectores progresistas, democráticos y revolucionarios (legales o ilegales) arropados por la hegemonía absoluta de la oligarquía más rancia, ligada estrechamente al capital internacional en calidad de subordinada, e indudablemente la poca capacidad de la insurgencia de traducir su apreciable fortaleza militar en propuestas políticas fácilmente comprensibles para las mayorías reales del país.

En ese marco se explican la queja permanente de la senadora Piedad Córdoba y las declaraciones de familiares de retenid@s por la insurgencia y de pres@s polític@s en cárceles gubernamentales, sobre la indiferencia e indolencia de la sociedad colombiana.

Preocupante panorama presente y crítico hacia el futuro, si se tiene en cuenta que la situación de l@s prisioner@s de las partes es solo una mínima parte del problema, frente a los demás aspectos que separan a las partes contendientes (miles de desaparecid@s, secuestrad@s, asesinatos de opositor@s, sistema democrático restringido y excluyente, enormes desigualdades sociales, nula o débil presencia estatal más allá de su versión represiva…), que desgarran a la nación y que deberán ser abordados en una hipotética mesa de negociación (sólo cuando la realidad convenza a los bandos enfrentados de que la confrontación no tiene salida militar real).

Para ubicar unos cuantos, hay que pasearse por las calles de las ciudades colombianas llenas de miserables que una vez fueron pequeñ@s propietari@s campesin@s y, tras ser expulsad@s de sus tierras por las bandas paramilitares de la contrarreforma agraria, hoy piden limosna en los semáforos. Esos problemas agudos se reflejan en los ojos de l@s desemplead@s víctimas de las medidas privatizadoras impulsadas por el neoliberalismo salvaje. Problemas que se agravan por el peso colosal que la economía ilegal, ligada al tráfico de narcóticos, tiene en la actividad económica del vecino país y sus consecuencias en el tejido social…

En ese complejo marco, la gestión del presidente Chávez puede calificarse más que de políticamente osada y geopolíticamente acertada -en función de una estrategia de integración subcontinental-, como una titánica acción humanitaria que fue capaz de quebrar el caparazón de indiferencia que separa a la sociedad colombiana de los amplios senderos de lucha y participación para terminar de construir un proyecto viable de país.

Los inmensos retos de Colombia como proyecto de país, se debaten entre cumplir el triste papel de colonia-policía de los Estados Unidos en la región o asumir un rol protagónico en los esfuerzos de integración, que nos conduzcan a todos a construir un polo de poder progresista en esta región que contribuya a hacer del mundo un mejor lugar para tod@s.

Corresponde ahora a las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias colombianas, de las más diversas condiciones, estar a la altura que el momento político exige para construir la alternativa revolucionaria, unitaria, viable y atractiva que las mayorías esperan.

La revolución socialista y el economicismo

Julio Valecillo


El impulso de una conciencia revolucionaria y la consolidación de ésta pasan, entre otros factores, por comprender cómo concibe el mundo la clase explotadora, cuáles son sus códigos morales, éticos y, a su vez, cómo nosotros, la clase explotada, debemos generar praxis consecuente con las ideas revolucionarias para transformar realidades.

La revolución socialista exige conciencia de clase: que las grandes mayorías interpretemos los fenómenos sociales y trabajemos sobre ellos en el marco de la sociedad de la «mercancía», de la época imperialista, impregnada de profundos rasgos posmodernistas.

Recordemos que el postmodernismo se instaló en el mundo para acentuar la hegemonía del imperialismo estadounidense e imponer a los pueblos explotados que la política no existe en el mundo, así como fragmentar las realidades para imposibilitar su entendimiento global. Niega los metarrelatos, esas maneras de concebir el mundo desde una totalidad (cristianismo, marxismo, entre otros).

Fortalecer la idea de una «cultura global» para la «aldea global» donde tod@s seamos «iguales» (para consumir), es parte de las maniobras posmodernistas, que niegan la explicación sobre las características históricas de cada población, es decir, sobre sus rasgos culturales. Levantan las banderas del «fin de la historia», del «fin de las ideologías», y del «fin de las identidades». Dejamos de ser para terminar negándonos.

Estas concepciones prevalecen en vastos sectores de nuestra sociedad, negando el carácter de las revoluciones y la existencia objetiva de vanguardias en el seno de las mismas y, así, se favorece la consolidación de una sociedad consumista entregada a las disposiciones del mercado. Aunado a esto, están los medios de reproducción y difusión al servicio del sepulcro de las ideologías que generan un impacto en la clase obrera, en su mayoría, divorciada de sus intereses de clase.

La clase obrera venezolana ante este fenómeno
En la Venezuela actual, se percibe una clase obrera tragada por un profundo vigor cuantitativo. Gracias a la lógica impuesta por el imperialismo, nuestra clase ha sido permeada por ese deseo insaciable de «tener», trayendo como consecuencia la reducción del sujeto a objeto, la primacía del «éxito» a cuenta de lo que sea, la estética por encima de la ética y, por último, el desentendimiento ante la marginación y la explotación propia de la sociedad imperialista.

La clase obrera no termina de superar su estadio reivindicativo, sumida en el economicismo. L@s obrer@s actuales persiguen simplemente conseguir del Estado (burgués aún) medidas para mejorar sus condiciones materiales de vida, debido a su incapacidad de comprender que sólo con manifestaciones reivindicativas no se supera la explotación, ni la contradicción propia del Capitalismo que subordina el trabajo al capital.

La dirigencia sindical de la mayoría de las empresas del Estado exhibe hoy modos aristocráticos de vida. Esta cúpula, a nivel nacional ha reproducido el postmodernismo, al negar las ideologías con su práctica, al tiempo que ha despreciado la formación teórica que generen la praxis revolucionaria. Se trata de una cúpula sindical que ha traicionado a nuestra clase; se ha negado como clase revolucionaria, al promover luchas contrarrevolucionarias.

Prevalece la improvisación en cuanto al mensaje desde y para la fuerza laboral, degenerando en manipulación y evitando que la base obrera reflexione sobre las situaciones en la empresa. Se pone de manifiesto el profundo desprecio por la ética y la moral revolucionaria.

Con el paso de los años, la dirigencia sindical se ha apoyado en el chantaje y en la manipulación. Su estrategia es su misma táctica: «pedir, pedir y pedir», sin importar incluso las repercusiones que esa práctica trae sobre el resto de la sociedad y sobre la empresa (medio de producción). Apunta por el individualismo y concibe la fábrica como «suya», pues sus limitaciones en cuanto a la formación ideológica no les permiten comprender que ese medio es de tod@s y que debe estar bajo el control social. La riqueza generada no es de la cúpula sindical, sino del pueblo en su conjunto, por la sencilla razón de que la producción como el trabajo son productos sociales, no privados.

Debemos consolidar una ética y una moral revolucionaria, que nos garantice la consolidación de la revolución bolivariana; debemos salir al paso a los pedimentos meramente económicos. La lucha revolucionaria se libra en tres principales contornos: el económico -ciertamente-, el político y el ideológico.

Consolidar nuevas prácticas parte por construir como hecho social espacios propicios para crear condiciones revolucionarias. Los consejos de obrer@s deben ser germen de praxis socialista. La revolución socialista debe desplazar con la organización de la clase obrera las perversiones y degeneraciones propias del capitalismo.

En un país como el nuestro, donde el porcentaje que genera la riqueza es tan bajo, la tarea resulta tanto más compleja. Sin embargo, no es un imposible dar significativos saltos cualitativos a lo interno de la clase obrera y sus niveles de conciencia. La tarea apunta a que el proletariado se haga de toda forma organizativa planteada y asuma su rol histórico en compañía del campesinado, l@s estudiantes y el pueblo explotado en general.

La lucha no debe ser atomizada y la contradicción principal debe estar bien identificada para destruirla. El pueblo organizado se dirige a poseer lo que históricamente le ha sido expropiado, además de hacer uso y administración, junto al Estado revolucionario (que estamos construyendo), de la riqueza generada, con el objetivo de satisfacer las necesidades de las grandes mayorías, con la planificación de la economía por encima del libre mercado.

Que estas palabras abonen el terreno de las conciencias de nuestra clase y que esa cúpula sindical sepa que un pueblo ve con atención cómo con sus prácticas históricas han servido como instrumento de la clase explotadora para negarnos los beneficios de la producción.

La Reforma Agraria Bolivariana y el surgimiento de la oligarquía venezolana

Ernesto Silva


La Reforma Agraria bolivariana iniciada en 1817 fue desvirtuada años más tarde por una ley de repartición de tierras ejecutada por algunos jefes militares de la época, que culminó en la compra de las tierras otorgadas a los soldados por parte de los caudillos de la liberación.

Para tratar de solucionar el daño perpetrado por la casta que surgía, Bolívar pidió al Congreso, a través de Gual, la corrección de la adulterada ley «que proponiéndose por objeto recompensar las privaciones de los militares y proporcionarles al mismo tiempo un establecimiento con bienes y raíces, casi perdió el objeto al presentar los medios de hacer efectiva la asignación, por las trabas y dificultades que opuso, exigiendo la subasta y remate de los bienes nacionales y la repartición anticipada de los vales, cuando no podía verificarse aquélla por las circunstancias del país y porque la profesión de las armas no permite a los que las llevan dejar sus puntos para ir a un remate», según O’Leary en carta citada por Salcedo Bastardo, Visión y revisión de Bolívar.

El Libertador busca asegurar que la orden dada a Gual se cumpliera orientándolo con algunas preguntas: «Siendo el objeto de la ley hacer propietarios a los militares para recompensarlos, asegurarles la subsistencia, y darles estabilidad y arraigo en el país, ¿se logra esto entregándoles unos simples billetes, cuando no tienen medios de subsistir, cuando no hay bienes que subastar ni rematar, porque no se sabe siquiera cuáles sean los nacionales, y cuando no pueden ocurrir a las capitales o pueblos distantes de las operaciones, que es donde deben hacerse las ventas?» (O’Leary citado por Salcedo)

Bolívar también buscó que el ministro Gual garantizara que los errores ya cometidos con la ley, fueran remediados lo más rápido posible y para ello planteó una reforma legal que dice: «Sino que ante todo suspenda la emisión y distribución de los vales para impedir la entera destrucción de su crédito, y no aumentar la ruina de nuestros militares». (O’Leary citado por Salcedo)

Esto nos muestra la preocupación del Libertador por enmendar el daño materializado legalmente. Gran parte de este desasosiego se produce porque él, visionario como siempre, entendió que debido a esta ley maliciosamente interpretada y ejecutada, podía iniciarse una guerra civil después de tanto sufrimiento y sangre derramada para abrir la puerta hacia la paz, la libertad y la igualdad, que se hacía pedazos con este sistema de repartición de tierras.

El ministro Gual dio curso a las recomendaciones de Bolívar y trató de que se ejecutaran las medidas inmediatamente. Sin embargo, el Congreso evitó por todos los medios la aplicación de las reformas y buscó modificar la ley en contra de las posiciones ya esgrimidas por el Libertador. Estas reformas son señaladas por Salcedo: «Los beneficios fueron extendidos a los empleados civiles, con lo cual además, so capa de ampliar la justicia, los saboteadores del esfuerzo de Bolívar lograban precipitar el fracaso de la reforma agraria aumentando desmesuradamente el número de aspirantes y asignándoles tierras a burócratas más o menos ociosos que ningún interés tenían por este tipo de trabajo».

Así quedaron descubiertas las pretensiones de la oligarquía de esa época, que aglutinó todas las riquezas de la nación naciente, asegurando así los espacios de poder para mantenerse como clase dominante y pasar a conformar parte de un Estado oligárquico opresor de las mayorías.

En el transcurso de esta lucha por conformar un Estado justo, Bolívar profundizó su planteamiento revolucionario, al pensar no sólo en lo político y lo económico, sino también en lo social, como explica Salcedo: «Piensa a la vez en la justicia y en la conveniencia de aprovechar tierras inactivas y evitar la fragmentación de las grandes unidades como también en la necesidad de contribuir a que los soldados puedan reintegrarse a la vida productiva al concluir la guerra; para entonces no será imprescindible un gran ejército, y la población colombiana deberá absorber y acomodar eficientemente a esos hombres».

Y avanzó aún más, cuando en 1825 impulsó la revolución económica en Perú y Bolivia, demostrando la sinceridad de su propósito independentista. Para ello, dispuso la justa repartición de tierras al igual que en Colombia, pero para que no se repitiera la situación referida, acordó un reparto universal y planteó cómo se distribuiría: «Cada individuo de cualquier sexo o edad que sea, recibirá una fanegada de tierra en los lugares pingües y regados, y en los lugares privados de riego y estériles recibirá dos».

En posteriores leyes, puso señaló a quienes no hicieran productiva la tierra para evitar los terrenos ociosos: «Se les separará de la posesión y propiedad de dichas tierras y se adjudicará a otros que las cultiven cual corresponde». Además, agregó que el reparto debía hacerse por «personas de probidad e inteligencia», con la finalidad de que se cumpliera cabalmente dicha ley.
Para complementar la Reforma Agraria, Bolívar la acompaña de una serie de medidas para impulsar la empresa revolucionaria hacia un progreso económico y social, como la «supresión de derechos internos, créditos para fomento agrícola, prohibición de exportar ganado vacuno y caballar, establecimiento de un banco de comercio, restauración del Consulado sobre bases nuevas, disposición de entregar tierras a los inmigrantes (para éstos se destinó -por ley colombiana- un millón de fanegadas de tierras baldías), y otras», explica Salcedo.

Sin embargo, muchas de las pretensiones del Libertador se vieron frustradas. «Bolívar se da cuenta al final, de que tan sólo en escasa parte ha logrado el ideal de su existencia. Quizás admita que lo conseguido es el aspecto previo y más visible: la separación de la corona española; pero ni siquiera en el pleno orden político del éxito ha correspondido al desiderátum: la unidad de Hispanoamérica no se alcanza, y la misma Colombia –su aspiración transitoria e inmediata– se rompe en las tres porciones tradicionales. En lo económico la Reforma Agraria, torpedeada, beneficia a los mismos ricos poseedores de siempre o a algunos ambiciosos de extracción popular que por lo mismo de entrar a la situación de privilegio, abjuran de su origen democrático. En lo social, la esclavitud recobra su vigencia, y será después de algunos breves ciclos políticos cuando se llegará cera de la meta. En lo jurídico, el ideal de Panamá queda sin concreción. En lo espiritual, pervive bajo muchas formas el estilo inmoral tradicional, poco se avanza en el camino de la perfección ética. En lo histórico, América se distrae de sus tareas capitales para enfrascarse en una serie de minúsculos problemas de política localista; el continente se olvida de sí mismo, de su tarea vital de hacerse, de la elaboración y ejercicio de su mística de acción», reflexiona Salcedo.

«El hombre del pueblo, quien verdaderamente se batió por la causa patriótica, el llanero analfabeto, el campesino ignorante, estuvieron ausentes de la satisfacción de la Emancipación. Se trataba de una satisfacción política y ellos no contaban en lo político; para ellos poco significaba que el jefe de Venezuela se titulara capitán General, Intendente o Presidente, y que fuera Abalos, Emparan, Páez o Briceño Méndez. La tierra continuaba detentada por sus explotadores de siempre, la situación de servidumbre y de miseria campesina seguía inalterable o más bien agravada por la guerra, y la esclavitud en todo su vigor. Para ellos no hubo revolución», agrega Salcedo.

Es innegable la grandeza de Bolívar en su búsqueda por concretar una verdadera revolución económico-social a través de la Reforma Agraria y en todas las luchas libradas con la clase oligárquica que pugnó por mantener en sus manos los espacios de poder dentro del nuevo Estado naciente, la Gran Colombia; oligarquía que salió triunfante al lograr la ruptura del proyecto emancipador bolivariano y que hoy en día sigue moviendo sus tentáculos en contra del pueblo oprimido.

Los yuppies no violentos

Reinaldo González


Hoy en día, cuando el postmodernismo se ha infiltrado dentro de la sociedad mundial como cáncer expansivo que pretende neutralizar la organización del pueblo en defensa de sus legítimos derechos –incluidas las capas medias de la sociedad-, merece especial atención el hecho de que un grupo de estudiantes venezolanos, principalmente de universidades privadas y universidades públicas autónomas, levanten las banderas de la lucha «no violenta» que emprendió Mohandas Gandhi (1869-1948), político y pensador indio, para defender intereses diametralmente opuestos.

Mientras Gandhi luchaba por la liberación de la dominación inglesa, máxima potencia imperial hasta mediados del siglo pasado; los estudiantes de oposición, ligados a la clase económica dominante, claman directa e indirectamente la intervención en Venezuela del actual imperio: Estados Unidos de América.

Mientras Gandhi luchaba contra el racismo-clasismo impuesto por los ingleses, únicos con el derecho a caminar por las aceras de La India; los estudiantes de oposición, financiados por organizaciones de la derecha internacional, defienden la invisibilización y el menosprecio hacia los pobres que por años alimentó –y sigue alimentando- el canal privado RCTV.

Mientras Gandhi defendía las costumbres y tradiciones que amasaron a La India como nación, reivindicando sus valores culturales; los estudiantes de oposición –un grupo de «yuppies» y algunos no tan «yuppies» pero que aspiran serlo- claman por el «american way of life», el sueño americano, la vida hipotecada a créditos para la casa, el carro del año, el jardín, la chimenea, el microondas, los malvaviscos y hasta el perro.

Mientras Gandhi soportaba años de prisión por exigir una vida digna para sus connacionales, desafiando leyes discriminatorias; los estudiantes de oposición claman la libertad de policías que masacraron al pueblo que el 11 de abril de 2002 defendía la Constitución Bolivariana de Venezuela –Constitución que los autores del golpe que se produjo ese día «reivindicaron» ante la posibilidad de aprobarse una Reforma Constitucional que profundizaría la democracia y sentaría bases jurídicas para la construcción del socialismo, única alternativa para derrotar el capitalismo y avanzar hacia una sociedad justa e igualitaria, una sociedad sin clases, una sociedad comunista-.
Gandhi, película estrenada en 1982, muestra la vida de uno de los principales exponentes de la lucha «no violenta», cuyas tácticas han sido convenientemente adaptadas por la clase dominante y los aparatos de inteligencia a su servicio para derrocar gobiernos no serviles a los intereses del capital transnacional (Serbia en 2000, Georgia en 2003, Ucrania en 2004); para abortar procesos de liberación que se oponen a la pretensión estadounidense de seguir expandiendo territorios y mercados, egoísmo y desigualdad, estupidez y miseria; para eliminar la Revolución Bolivariana que hoy protagoniza el pueblo venezolano.

Desde aquí les decimos: ¡No volverán!

Libertad para América

Miguel Guédez


Alfabetización de las íes
Alfabetización de las aches
Alfabetización para los niños

Hallaremos la identidad
en nuestra frente

Alfabetización para las madres

Carguemos las armas

Alfabetización para los bueyes
Alfabetización en el corral

Arcilla para el pesebre
Que nacerá la Nación

Alfabetización, ¡Ay!
Alfabetización duele

Políticos, entreguen el alfabeto

Libertad para…

Amor y odio al Señor
Manumisión en las escuelas
Enhiestos cabellos de razón
Redención ¡Pueblo!
Inverosímil potestad
Camellos de América
América por la Paz

La cultura del chicle

Kaybeliz López


El capitalismo se alimenta de la exclusión en todos los espacios, aferrándose como un tumor maligno que se extiende hasta las entrañas de las instituciones. Todas las células del Estado padecen los dolores de la burocracia, de la corrupción, del individualismo, de la inconsciencia y dejan podrido en la miseria al pueblo venezolano. Mientras avanza el proceso de cambio bolivariano, los hábiles tentáculos capitalistas continúan sirviéndose en el banquete de los monopolios y oligopolios que la globalización prepara con su receta imperialista. Está latente el cáncer capitalista.

La enseñanza y el aprendizaje fueron mercantilizados; se abrieron muchas universidades con el único objetivo del lucro. Si no, ¿cómo se explica que sea tan reducida la población estudiantil en comparación con la población flotante?, ¿por qué crearon tantas universidades privadas con mensualidades imposibles de pagar?, ¿por qué alejaron las nuevas tecnologías del pueblo?

La industria del conocimiento elaboró sus propios instrumentos de medición e ingreso para reproducir en serie «jóvenes profesionales» como objetos de colección bien cotizados en el mercado: hombres y mujeres yuppies que supieran hablar inglés para ocupar altos cargos en las transnacionales (aquí o fuera del país), que se manejaran con eficiencia en sus cargos para la producción óptima de capital, con técnicas universitarias bien aprendidas para «cortar cabezas», escalar y hacer más jugoso el contrato. En la maquinaria capitalista, ellos son los engranajes más engrasados, son neo-colonizad@s y neo-colonizador@s.

Mientras estos privilegiad@s asisten a sus clases universitarias y hacen yoga para combatir el estrés de la ciudad, los nacid@s bajo techo de zinc van siento filtrad@s desde su niñez por este sistema de enseñanza capitalista y, así, van saliendo de las pobres aulas de los liceos públicos para convertirse prematuramente en «recurso humano» –empleados mal pagados- de las grandes y medianas empresas.

Es la educación para l@s pobres. Se les enseña a «pasar trabajo», a vivir literalmente al borde de la muerte día a día por la delincuencia –compañer@s que no trabajaron al salir de clases y un arma se convirtió en su medio para sobrevivir-, por las lluvias, por la basura acumulada, por las enfermedades que quedan a la suerte de los rezos, por el paquete de harina Pan que a veces no alcanza para tod@s en el rancho.

Estos son los engranajes de segunda mano, los baratos y desechables, porque en el capitalismo la mano de obra «tapa amarilla» se reproduce fácilmente, sin mucho gasto y hasta es resistente. En las grandes ciudades, las empresas están rodeadas de barrios inmensos, bastos mercados para adquirir nuevos obrer@s que son el caldo de cultivo de las revoluciones, una extensa y enredada tela de araña que cae por su propio peso sobre l@s caníbales opresor@s.

La crisis del capitalismo se manifiesta cuando las condiciones que crea para la masa pobre se vuelven en su contra: cesta básica inasequible, transporte público ineficiente y escaso, liceos desatendidos y tomados por el hampa, basura como arroz picado, médicos encerrados en clínicas privadas de espalda al pueblo, contratos laborales inhumanos, privatización de todos los servicios y un salario que se vuelve agua y sal por la inflación.

Pero lo que sucede en el fondo de cada venezolan@, latinoamerican@ y ser human@ oprimid@, eso que no se ve pero se siente, es la peor desgracia que reproduce el capitalismo, y acontece cuando se trastocan los valores.

Cada un@ empieza a vivir su propio infierno por tanta infelicidad acumulada, el dolor, la amargura, la rabia representan el sentir de los padres y madres que ven morir a sus hij@s y de los hij@s que ven morir a sus padres y madres en cuerpo y espíritu. La fractura familiar, el fracaso, la reducción de las oportunidades van dejando un largo camino de penas que pocos logran superar.

Para l@s capitalistas, un proceso revolucionario, socialista, es inhumano porque para ell@s, sólo ell@s son human@s, sólo ell@s merecen vivir como tal, sólo ell@s son ciudadan@s, sólo ell@s son educad@s y merecen universidad, se creen superiores y viven bajo esa frívola filosofía, temiendo la praxis real de la democracia materializada por la mano de l@s «pata en el suelo», malolientes, moren@s, negr@s, indígenas, fe@s y nada nice.

La escuela capitalista ideologiza con las nuevas corrientes posmodernas, a veces sacadas, realmente, de cajas de Special Care de Kelloggs y otras costumbres importadas por la TV de cable. Es una ideología de Bolibomba surtido, con sabores artificiales, que se consume rápido, entretiene un ratico y se desecha en cuanto aburre.

Es engañosa ante la vista saturada, ante el sentido común distraído por tantos productos nuevos, se disfraza de «no ideología». Siguiendo con el ejemplo del chicle, si se siente hambre, se mastica, se mastica, se mastica, pero nunca se traga, y como dice aquel dicho «eres lo que comes», al final, la masa transculturizada siempre está rasa, vacía, ansiosa, deseosa de algo nuevo para consumir, vive con una gran caries en el cerebro.

El producto nuevo es la ideología (o «no ideología») de moda, la libertad (de comprar, aparentar, y ver muchas «emes» de Mc Donald’s para parecer desarrollado y próspero), la democracia (para elegir cada cinco años a políticos y empresarios cool y lindos que traigan todo el comercio, marcas y cultura extranjeras, y sobre todo, que no hablen de cosas «niches» y «fastidiosas» como revoluciones, Bolívar, Cuba, historia de Venezuela y esas cosas).

Los pueblos son capaces de librarse de este grado de alienación cuando se reconocen a sí mismos a través de la historia, de sus propios procesos, valores y costumbres; y una vez conociéndose, se sienten orgullosos y están dispuestos a defender la tierra y construir el Estado nuevo, justo, depurado, humano, democrático, incluyente, popular, socializador de todos los recursos.

La reforma constitucional, hoy nuestro programa de lucha, incluye como máxima del Estado, el nuevo socialismo, el del Poder Constituyente, el del proceso revolucionario construido por cada venezolan@ consciente de su realidad, de sus problemas, de sus soluciones endógenas, comunitarias, lejos de dogmas y cercano a la dialéctica del día a día, de la transformación constante, de la revolución permanente.

Pautas para la reconciliación

Ernesto Navarro


Estamos de acuerdo con la «reconciliación nacional» que plantea la oposición triunfante en el referendo aprobatorio de la reforma constitucional el pasado 2 de diciembre. No obstante, como practicantes de la democracia participativa y protagónica, proponemos una serie de pautas para lograr este objetivo:

1. Que el alcalde de Baruta, Henrique Capriles, encabece una turba que se plante tres días frente a la Embajada de Estados Unidos en Caracas. Que Rctv le ponga la misma cámara, al mismo tipo que estuvo el 12 de abril de 2002 frente a la Embajada de Cuba y que diga en vivo y directo al periodista Pedro Guerrero: «Condolezza Rice y su combo. Después que vean esta transmisión les vamos a cortar la luz. Se van a tener que comer los cables, se van a tener que comer las alfombras, porque no les va a llegar luz, no les va a llegar agua...»

2. Que Enrique Mendoza se vaya a Televen y que en el programa de Carlos Fernández declare: «Esa basura, así mismo, se los digo, esa basura que se llama Globovisión, va fuera… va fuera del aire. Es la advertencia que les hago porque aquí no nos estamos chupando los dedos».

3. Que Teodoro Petkoff publique un titular en Tal Cual, en letras rojas, que diga: «Chao Alberto» (obviamente, después que Enrique Mendoza cierre a Globovisión)

4 .Que Napoleón Bravo haga un segmento histórico o histriónico de televisión en el que diga (simulando que es 13 de abril de 2002 y que se le pasó la borrachera del día anterior): «Hoy amanecimos distintos… ¡¡¡Buenos días!!! Chávez regresó a Miraflores»…

5. Que Venevisión ponga al presentador Eduardo Rodríguez a grabar una «promo» desde la zona «El Calvario» de Caracas, donde diga: «Si usted tiene alguna información sobre el paradero de Pedro Carmona, Carlos Ortega, Néstor González González y otras ratas golpistas, comuníqueselo a las autoridades».

6. Que los alcaldes de Chacao y Baruta, al frente de sus policías, encabecen un operativo espectacular, sin orden de fiscales ni tribunales, para que entreguen a Enrique Mendoza, igual que persiguieron al diputado Tarek William Saab y al ministro de Interior y Justicia Ramón Rodríguez Chacín.

7. Que Manuel Rosales firme en Miraflores, no el acta de clausura de los poderes públicos, sino un juramento de que nos conspirará más contra la patria…

8. Que la Conferencia Episcopal Venezolana haga un sketch del programa de cámara escondida «Qué locura» y que digan: No estuvimos en Miraflores el día del golpe de Estado, y que luego pongan el video donde aparecen abrazando a los golpistas y que se repita la secuencia unas 700 veces.

9. Que Marcel Granier repita que nunca estuvo en Miraflores después del golpe de Estado de 2002, pero que nos permitan reírnos en su cara…. Eso sí, en vivo y directo.

10. Que manden al periodista David Pérez Hansen a cubrir la invasión de Estados Unidos a Irak. Que lo dejen en medio de l@s agresores y agredid@s y que repita: «Estamos escondidos en este apartamento, porque las condiciones de seguridad no nos permiten trabajar…»

11. Que Ana Vacarella entreviste al ex fiscal Ramón Escobar Salom y que le pregunte sobre la acusación contra el ex gobernador Enrique Mendoza por el cierre de Venezolana de Televisión y que el longevo ex fiscal responda sin temores: «Hay que someterlo por la fuerza y arrestarlo»

12. Que el general (r) Damiani Bustillos anuncie: «A Yon Goicochea y sus círculos de burgueses fascistas… los tenemos ploteados»

13. Que Víctor Manuel García, dueño de la supuesta «Encuestadora Ceca» y mánager del general González González, haga un llamado a los medios para que recapaciten y que después que dejen de enfermar a la gente diga: «Gracias Globovisión, gracias Rctv…. Gracias medios de comunicación»

14. Que el presentador de Venevisión Manuel Sáinz, narre el ataque cobarde de los estudiantes burgueses contra la escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela diciendo: «Miren la imagen, miren cómo lanzan las piedras, las bombas lacrimógenas y balas de plomo, una y otra vez, con camisetas con símbolos nazis y de Primero Justicia… Vacían sus pistolas y las vuelven a cargar, contra estudiantes chavistas indefensos»

15. Que el cura Mikel de Viana diga: «Saludamos a la revolución bolivariana… un gobierno popular que ha nacido limpiamente de la voluntad popular»

16. Que en la próxima concentración chavista en la avenida Bolívar, le den la palabra al prófugo Carlos Ortega para que haga la siguiente invitación: «Este río humano marcha hacia Globovisión, contundentemente».

Es, «por ahora», mi aporte. Creo que si la oposición cumple estas pautas, podremos hablar de «reconciliación nacional»...